Son curiosos los simbolismos que adoptamos mentalmente en nuestro sistema de creencias y me fascina investigar sobre qué está detrás de las herramientas que ahora utilizamos en Coaching, en comunicación afectiva o en PNL.
Me di cuenta de lo poderosa que era esta herramienta una vez que se intercambiaron los papeles y era yo, la que estaba siendo coacheada. La amplitud de observaciones sobre ti mismo que puedes hacer. En pocos instantes, saliendo de ti, te colocas emocionalmente y físicamente en frente de “tu silla”, “tu lugar”, el rol que estás adoptando en ese momento.
La imagen es la siguiente. Dos sillas. La persona Coach y la persona Coachee sentadas frente por frente. El /la Coachee expresa su quiebre después de las sesiones que se necesiten para ello. La persona Coach se levanta e invita al Coachee a sentarse en su posición. La otra silla queda vacía físicamente, pero no, emocionalmente. Ahora le toca al Coachee, decirse a si mismo….a ese rol que se ha creado todo aquello que le expresaría si fuese otra persona la que estuviese sentada en frente. Un diálogo consigo mismo desde otro rol, es un diálogo con un rol que ya no quieres.
El ego maduro, el Adulto, el self auténtico, es obviamente el estado capaz de ver la realidad presente y capaz de basar sus decisiones en hechos objetivos y no en creencias limitantes ni en los miedos arcaicos de tu niño/a interior. En la técnica de “la silla vacía-caliente” el juego de roles entre estas dos partes es asombroso.
Me pareció también interesante saber que las sillas no siempre fueron un artefacto de uso común en todos los ámbitos jerárquicos. Antiguamente eran un artículo que denotaba dignidad y buena posición y sólo eran utilizadas por los ricos y poderosos. El resto de los mortales se sentaban en taburetes o bancos de madera. En realidad, no fue hasta el siglo XVI que se convirtieron en un objeto común. Un objeto común cuya representación no es inocente o neutra pues está tintada de realidades enmascaradas con la forma, el color, la posición en un espacio o aquellas que tomas como hábito alrededor de una mesa…. la manera en la que te sientas en ella tampoco es gratuita, pues sólo un ser humano puede sentarse, no lo olvidemos, y tú decides cómo hacerlo.
Cuando en la silla proyectamos algo de nuestra personalidad, como un sentimiento o una necesidad, la persona se encuentra en un estado más comprensivo respecto a sí misma. Lo más subjetivo se vuelve tangible, y esto hace que podamos comprender y manejar de otra forma lo que nos sucede. También se pueden proyectar vivencias con otros individuos que por alguna razón nos bloquean. Así la silla se convierte en nosotros o en otras personas, pudiendo aclarar sin juicio externo aquello que nos pasa.
La silla caliente en Coaching ha sido una evolución de técnicas psicológicas tales como la silla vacía una de las herramientas distintivas en la Terapia Gestalt. Y esta herramienta tiene múltiples variantes tanto para sesiones personales como grupales.
La silla puede representar un acontecimiento en vez de una persona, siendo la sesión más narrativa, tendente al storytelling integrando las dos técnicas poderosas. O colocar a una persona ausente siendo ésta la manera de cerrar brechas. En cualquier caso, la persona no está sola en este proceso personal, su coach, le acompaña sin dirección, sin juicio, con escucha activa y en un marco de confianza y confidencialidad.
En dinámicas grupales pueden realizarse dinámicas donde cada participante tiene la opción de pasar de manera voluntaria en el momento en que es elegido al azar para sentarse en una silla en el centro del espacio, sin que evoque ninguna palabra, simplemente será un buen escucha.
El/la Coachee estará rodeado/a por un círculo de compañero/as que le van a dirigir unas breves palabras y que van a hacer aportaciones con respecto a su persona de manera sincera y afectiva, pudiendo aclarar malos entendidos si viene al caso, fortalecer lazos de amistad o de iniciar relaciones humanas nuevas. Todo ello con la firme convicción de aprender a vivir lo más afectivamente posible con sus compañeros/as en ese equipo en concreto.
Todas las aportaciones que se les den a las personas elegidas tienen que ir asistidas de una comunicación cuidadosa, respetuosa, asertiva y perlada de comentarios que fortalezcan esos lazos de amistad, siendo una norma del diálogo previo.
En cualquier caso, os invito a probarlo, como coach, como Coachee…como lo que tú quieras. Al menos podrás observarte desde otro ángulo.